Destino

Marcas parte del recorrido y quizás la media de velocidad. Tu hilo de vida te tiene preparadas las paradas, las direcciones que podrías llevar, pero eres tú quien decide el destino. Eres tú el que viaja mirando tras los cristales y viendo como los paisajes van cambiando.
Pero no todo es sencillo. No todo se soluciona con mantener la vista ocupada. Tomar una dirección no es moco de pavo. Uno puede equivocarse de mil maneras. Quizás la trayectoria que vayas a tomar no sea la más oportuna o quizás los pasajeros con los que compartirás el trayecto no sean los esperados. Tendrás que conformarte con mirar hacia delante, seguir tu destino y aferrarte a él. La vida te va en ello. Y si no te gusta como las vías del tren pintan tu destino, eres totalmente libre para bajarte, hacer trasbordo y cambiar el rumbo. No te dejes llevar por los entornos. Sé libre de tus acciones aunque traigan consecuencias. Lo único que quizá cambie es el resultado. A mejor o a peor. Custodia tus acciones. Poco debe importante lo que opinen los pasajeros de ti pues podrías no volver a verlos. La vida da vueltas inesperadas más que todas las norias juntas. Además, ¿Qué sentido tendría ser el vagón más importante si no puedes decidir tu propio camino?

Foto: vías del tren de Japón. Julio de 2010